martes, 14 de abril de 2009

RELATO INACABADO

Él había quedado con Marta en que la recogería para pasar juntos el siguiente fin de semana. El viernes hizo jornada intensiva y salió de Madrid a las cuatro de la tarde. Llego a Palencia a las 7 de la tarde, y la recogió en la esquina entre la Avenida de Cuba y la Avenida de Brasilia. Marta le estaba esperando con una bolsa de viaje y vestida como él le había dicho: un vestido abotonado por delante que le llegaba casi hasta las rodillas. Cuando se bajó del coche, le ordenó en voz baja que pusiera la bolsa de viaje en el asiento trasero, y le abrió la puerta del copiloto para que Marta entrase. Cerro la puerta, dio la vuelta al coche y al sentarse en el asiento del conductor, antes de arrancar, le dio a Marta un beso en la frente. Encendió el coche y tomo de nuevo la autovía camino de Valladolid. Marta no se atrevió a preguntarle nada acerca de cuál era el destino; y, durante el viaje, entablaron una conversación sobre algunos temas intranscendentes. Al llegar a Valladolid, él tomó una salida de la autovía hacia el Museo de las Ciencias y aparcó un momento el coche en el parking. Se giró, cogió la bolsa del asiento trasero y la abrió, vio lo que había y comprobó que Marta había seguido sus órdenes. "Bien, Marta, ahora desabróchate los dos botones de abajo y separa el vestido para que termine de comprobar si has seguido todas mis órdenes". Ella obedeció. Marta llevaba unas bragas de algodón blancas. "¡Marta!, te dije que te pusieras una bragas elásticas de las que se usan en gimnasia, iguales que las de la foto que te envié", dijo él enfadado. "Pero es que no pude encontrarlas por toda Palencia, Maestro", balbuceó Marta en tono de protesta. Él le ordenó que bajase del coche, al tiempo que también él salía. Él comprobó primero que no había nadie en ese momento en el parking. "Apoya los antebrazos en el capó", le ordenó. Cuando ella lo hizo, le subió el vestido y le dio dos fuertes y sonoros cachetes en cada nalga. Le volvió a bajar el vestido, le hizo girarse, abrochó los dos botones inferiores del vestido, y le abrazó dándole un beso en la frente, al tiempo que con su mano y delicadamente le secaba una lagrimilla que Marta había soltado. Le volvió a indicar que se metiera en el coche abriéndole de nuevo la puerta, y él también volvió a su asiento. Le cogió delicadamente la cabeza atrayéndola hacía él, al tiempo que él también se acercaba un poco hacía ella, y la beso. Y le dio un Volvieron a meterse en el coche y emprendieron de nuevo el viaje incorporándose de nuevo a la autovía. Marta no sabía a dónde iban. Antes de llegar a Tordesillas, él se desvió al hotel Montico. Había reservado una habitación. Al entrar en ella, él volvió a abrir la bolsa, sacó una blusa blanca y una falda escocesa que le había ordenado comprar y las colocó con cuidado encima de la cama. "Ahora Marta voy al servicio un momento y cuando vuelva te quiero ver vestida ya con esa ropa; así que ya sabes ¡rapidez!". Él se fue al servicio y, al volver,.."

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